18.6.06

¿Dios Krush?

Esta no pretende ser, de ningún modo, una crónica exhaustiva o en profundidad sobre el Sonar, tan solo son mis impresiones subjetivas e imprecisas sobre algunas de las actuaciones en la noche del viernes 16. Hablaré tan solo de tres grupos o djs que eran los que esperaba con más expectación, dj Shadow, One Self y dj Krush, ordenados así, en orden inverso al de actuación y todos ellos situados en el SonarPark, el escenario negro y hip hop de la noche.

Dj Shadow acudía con su nueva propuesta de rap underground de ritmos poco elaborados y melodías fáciles que ha venido a llamar hyphy. Eran las 4 de la madrugada y conseguía crear la mayor expectación de la noche. Mientras montaban el escenario, la pista se iba llenando, en lugar de vaciarse de público en busca de otros escenarios activos, que era lo habitual.

Y allí salió él, para presentar a la nueva criatura: el hyppy. Para lo cual se arropó con una cohorte de cuatro Mcs convencidos de ser la vanguardia del nuevo hip-hop contemporáneo. Sobre una base rítmica abrumadora, se desgañitaban los Mcs, intercalando interminables declaraciones de principios: que si el “real hip-hop”, que si el “freestyle”, que si somos los más auténticos, que si la vieja escuela ha quedado atrás, que si yo, yo, yo… que si bla, bla, bla… Vamos, un paso más en el ego tan característico de un sector de la escena hip hop. A pesar de que la cosa tenía sus momentos, a mi no me gustó demasiado y desde luego terminé hasta el gorro de tanta palabrería y “actitud”.

Antes de ellos, sobre las dos, hacían su aparición One Self, la nueva banda de dj Vadim, a los que acompañaba también un percusionista y otro dj. Aquello fue una fiesta, un rap fresco, divertido, colorista. El largo Blu Rum13 y una deliciosa Yarah Bravo de interminables trenzas y corta estatura, eran las voces de este proyecto que hizo disfrutar al personal.


Pero lo mejor de la noche desplegaba su talento en el SonarPark a la 1 de la mañana. Dj Krush estuvo a su altura y no decepcionó, sencillamente genial. Su hora de concierto supo a muy poco y yo hubiese cambiado todo el resto por disfrutarlo un rato más. El japonés ofreció un repertorio completamente nuevo en la primera parte de su actuación, para luego ir mezclando algunos de sus clásicos. Mientras, nosotros, caíamos embrujados por un ritmo avasallador, roto, de un nivel incontestable. Nacho me decía extasiado al oído: es casi Dios.




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