26.10.07

Un día de frío y lluvia

Este es el quinto capítulo de "mis milagros", ya solo queda el sexto, el primero en orden cronológico y el seguramente el más "milagroso". Pero hoy toca esta quinta historia que sucedió hace poco, en uno de los primeros días del invierno pasado.

Era uno de esos días complicados que insisten en complicarse más y más. Después de comer me fui a Mislata, cerca del aeropuerto, a hacer unas fotos de un hotel, con tan mala suerte que a la vuelta comenzó a llover y a soplar un viento frío que hacía más difícil el estrecho camino de vuelta, lleno de tráfico y salpicado de obras aquí y allá. Me empapaba y me moría de frío, no podía dejar de pensar en los inconvenientes de ir en bici, a pesar de lo cual me merece la pena, lo único sería tener un buen abrigo para el invierno y días lluviosos como aquel, un abrigo de esos técnicos para la montaña y la nieve, con un tejido que no deja pasar ni el agua ni el viento, que te cubren hasta la barbilla y te sientes como en casa dentro de ellos. Claro, que cuestan un dineral, y no era el mejor momento en esos días, en fin, ¡paciencia!.

Más tarde, tras secarme y descansar en casa, me fui a la Feria de Muestras a hacer otras fotos, dejé la bici en la parada de Ángel Guimerá y fui para allá en metro. Estuve trabajando hasta que cerraron y la chica del stand que estaba fotografiando se ofreció a traerme de vuelta. Me dejó en casa, pero al entrar recordé que la bici aún estaba en la parada de metro, así que descargué todas las cosas y, algo cansado, me dirigí a pie hacia allá. A mitad camino se puso a llover de nuevo, no había cogido el paraguas y volví a pensar en un buen abrigo para hacer más soportables días como aquel... Al aproximarme a Ángel Guimerá vi la bicicleta atada donde la había dejado, pero había una especie de trapujo encima, alguien había tirado algo encima como si mi bici fuese una papelera, ¡vaya!, esto ya era el colmo. Cuando llegué cogí aquello un tanto malhumorado, seguro de que estaba sucio y empapado por la lluvia, estaba dispuesto a tirarlo enseguida. Pero me detuve extrañadísimo, según me fijaba mejor un escalofrío recorrió mi espalda. Aquello era una abrigo azul oscuro, de montaña, Timberland, para más señas. Era exactamente en lo que llevaba pensando toda la tarde, no algo parecido, no, sino "exactamente" lo que yo quería. Estaba limpio, casi nuevo y prácticamente seco. Aquello no era posible, miré a mi alrededor por si alguien me estaba gastando una broma o el dueño del abrigo se estaba atando los zapatos cerca de allí... pero nada. Desaté la bici y me fui andando lentamente con el abrigo encima de la bici a ver si alguien lo reclamaba... pero nada. Miré hacia arriba esperando ver un coro de ángeles ascendiendo tras dejarme un presente divino... pero nada. A la vuelta de la esquina seguía mojándome con la lluvia mientras el abrigo colgaba del manillar, aquello no tenía sentido, me detuve y me lo probé. Era mi talla, subí la cremallera y el cuello me protegía hasta la barbilla, me cubrí con la capucha y solo me faltaba un poco de escarcha y el Everest bajo mis pies para parecer un intrépido montañero. Me monté en la bici y regresé a casa sin preocuparme por el mal tiempo.

Historias como esta me recuerdan el día que visité a Mipae Micumba, palero (sacerdote) de Palo Monte, en su cabaña-templo a las afueras de La Habana. Esta es un larga historia que contaré en otro momento, pero en momento dado, cuando me estaba "tirando los caracoles", me dijo que veía una presencia o un espíritu que me protegía, que estaba tras de mi en ese momento y que tenía aspecto árabe. Miré por encima del hombro y no vi nada, pero cuando me pasan cosas como esta me acuerdo de aquel día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenemos tu regalo de cumple se intercambiara por el nuestro. Acuerdate.
Tus hermanas MyT

Noa sigue divirtiendo escuchar (leer) tus milagrillos

la tierra de los sueños inconexos dijo...

Se llama suerte. Se llama destino. Se llama poder de la mente. Se llama milagro.

Se llama enhorabuena tienes un chubasquero nuevo.

Terminaste el día con una nueva sensación.